Las startups viven en un entorno de incertidumbre. Tengamos en cuenta que, por su propia naturaleza, están llevando a cabo acciones que le van a permitir identificar ese modelo de negocio que los hará escalables.
Este no saber qué pasará hace indispensable que las startups cuenten con indicadores, termómetros si se quiere, que ayuden a determinar cómo se encuentran en tiempo real: en que están bien, en qué están mal, y qué no está pintando del color adecuado.
Desde la perspectiva financiera existen 3 estados financieros indispensables que servirán para este propósito: el balance general, el estado de resultados y el flujo de caja.
El balance general, también conocido como el estado de situación financiera, ayuda a identificar qué tiene la empresa (activos como el efectivo y sus equivalentes, maquinarias y equipos con los que produce), qué debe y en cuanto tiempo tiene que ser pagado, cuánto fue el aporte de los socios, entre otros. Adicionalmente, permite obtener indicadores que, tal como su nombre indica, dan luces de la situación financiera de la empresa.
El estado de resultados nos permite identificar la estructura de costos y gastos, el margen bruto y la rentabilidad del negocio. Si queremos dar un paso más, también podemos armar el EBITDA con su información.
El flujo de caja facilita el control de los ingresos y los egresos de dinero del negocio. Nos indica si este es solvente o no, a contrastar presupuestos (como el comercial, el operativo y demás) y a identificar oportunamente el runaway: el momento en el que el negocio se quedará sin dinero para atender sus obligaciones.
Para elaborarlos, es necesario tener un enfoque sistemático, holístico, que una vez elaborados no dependan de una actualización manual del impacto de cada movimiento de la empresa en cada uno de estos estados financieros.
Se pueden usar software especializado u hojas de cálculo como Excel o Google Sheets. El medio no es tan importante como la información en sí, la cual no solo debe ser oportuna, sino también debe ser utilizada para tomar decisiones. Estos dos factores son los que hacen que tenga sentido llevar a cabo este trabajo y marcan la diferencia en el esfuerzo por generar valor.
En el siguiente cuadro resumimos los aspectos más importantes de cada uno de ellos:
